Ella está siendo maltratada desde hace mucho tiempo y cualquiera desde fuera puede verlo, pero está metida en un bucle del que le va a costar salir si es que sale y no llega un momento en el que ya es tarde. Él se encarga de machacarla, de devaluar sus sentimientos, de rebatir sus ideas, le recuerda todos sus errores y nunca le dice lo que hace bien. El autoestima de ella está por los suelos porque él se ha encargado de ridiculizarla, cuestionarla y denigrarla hasta que ha perdido la perspectiva de su propia identidad. Cuando ella le recrimina su actitud, él le hace entender que las decisiones que toma son por su culpa o por su bien, según le convenga, porque todo lo que hace es fruto de cuánto la quiere y de buscar lo mejor para ella, porque juntos están mejor, porque ella le necesita para vivir, porque se aman y es su protector.

Ella es consciente de que él lleva la vida que quiere, hace lo que le da la gana. Al principio él no era así. Él manda, decide y maneja. Incluso ha llegado a sus oídos que él se va de putas con los colegas, que se pega sus fiestas de coca y sus borracheras. Hay días que llega oliendo a alcohol que apesta. Va y viene cuando le parece a la hora que quiere sin dar explicaciones, porque como ella intente pedirlas él se encargará de acusarla de controladora y de desconfiar de la persona que la quiere y la protege. Ella no puede evitar sentirse descuidada, porque nunca hacen nada juntos, porque para ella nunca hay dinero, para ella no hay detalles ni consideración. No hay ningún gesto bonito, ni material, ni físico, ni emocional, a menos que a él le convenga.

Hay días que se levanta llorando, deprimida, y siente que no puede más. No puede evitar pensar que quizás ahí fuera hay alguien dispuesto a tratarla bien. O por lo menos mejor, porque su listón está tan bajo que ya se conforma con poquísimo. El problema es que tiene tanto miedo metido en el cuerpo y lleva tanto tiempo siendo sometida y vejada, que no se siente capaz de confiar nunca más en nadie. Tampoco sabe estar sola. Además lleva toda la vida escuchando que todos son iguales. Como siempre, acaba aislándose, con sentimientos de vergüenza y culpa, evitando el contacto visual y el trato con los demás.

Por si fuese poco, él se encarga de recordarle cómo son todos fuera, y que aunque él se equivoque todos son peor. Para colmo, él es posesivo y celoso, y si cree notar que ella siente interés en otro en cualquier sentido, se encargará de demonizar a esa persona, inventando si hace falta cualquier mentira para echarle mierda encima y acabar con la buena impresión que ella pueda tener. Por supuesto, además le montará un pollo que con suerte no acabará en una paliza. Él no va a permitir que nadie toque lo que es suyo ni que ella se plantee salir de la relación, porque en el fondo él sabe que sin ella no es autosuficiente. La necesita para poder llevar la vida egoísta que le gusta y para que le haga las cosas que él detesta y seguir viviendo como quiere.

Ella ya no sabe si es que él ha cambiado o que siempre fue así y nunca supo verlo. No entiende nada, sólo sabe que no puede más y que cada vez le gusta menos lo que vive. Pero para eso, él se ha encargado de manipularla hasta hacerla dudar de lo que piensa, así que ella no sabe cómo salir porque ni si quiera sabe si quiere salir de ahí y acabar con la situación. Teme a lo que pueda haber fuera, a las represalias, a echarle de menos, a dar con alguien peor, a estar sola, a no saber salir adelante sin él, a la incertidumbre, a lo desconocido, a caer más bajo. Está completamente condicionada por el miedo. Al final, acaba pensando que es todo muy complicado y que prefiere quedarse como está porque al menos sabe cómo funciona. O eso cree.

El colmo de la infelicidad es temer algo cuando ya nada se espera.
Séneca

En alguna entrada anterior ya cité la zona de confort. Opino que, a veces, no queda más remedio que bajar del todo porque cuando se toca fondo y hay voluntad sólo queda subir. Supongo que la obligación sigue siendo intentarlo.

Por cierto, no te he presentado a los personajes. Ella se llama España. Él se llama bipartidismo. A veces ella duda, pero él siempre se encarga de recordarle que “conmigo estás mejor” y que fuera son todos peores. ¿Volvemos a empezar o se romperá la espiral de mierda?

=HoZoNe=

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Comentarios.

  1. Alejandro

    marzo 22, 2015 (17:54) Responder

    Chapeau! Además de gran productor, grandes reflexiones. un saludo

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