Por lo general, las cosas que escribo suelen ser ideas o reflexiones que están inspiradas en comportamientos o actitudes que observo, ya sea de lejos o de cerca. Los días que estoy encerrado en el estudio componiendo no hay problema, porque crear (en cualquiera de sus formas) es mi manera de abandonar este mundo que tan poco me gusta e irme al mío, de mudarme al instante presente y vivir ahí para siempre durante horas. Dicen, con razón, que el “ahora” es el único lugar donde no llega el miedo. Pero cuando no tengo más remedio que toparme con el mundo de ahí fuera, aunque sea de camino al estudio, no puedo evitar pensar siempre en lo mal que está montado todo. Ni la escuela, ni los patrones “deseducativos”, ni la religión, ni la tv, ni las películas, ni los discos, ni los falsos ídolos, ni los adoctrinamientos de este sistema político-económico-social consiguieron embrutecerme nunca lo suficiente como para que dejara de dolerme el sinsentido en el que vivimos. Por eso, en el camino que llevo recorrido, he visitado muchas contradicciones y muchos estados mentales que inevitablemente llevan a perderse por completo en algún momento. Y perderse es el motivo perfecto para querer encontrarse. Lo que sí tengo claro según lo que he aprendido en ese camino que llevo recorrido es que la solución realmente no está fuera. Además, pienso en lo que queda por aprender y es superesperanzador.

Creo que vivir de forma consciente es lo que contribuye a mantener una armonía al vivir en comunidad, e incluso a convivir con uno mismo. Sobre todo, porque vivir conscientemente implica una humildad que permite reconocer los propios errores, que es el gran enemigo del ego que nos controla como personas hasta que uno se consigue desprogramar. Y también desde esa humildad, uno entiende que no puede ver peor a quien comete los errores que uno mismo comete. Digamos que es el principio de una compasión que poco a poco ayuda a mejorar el círculo que te rodea. Y si no, aunque sea por amor propio, ayuda a no vivir enfadado, que no es poco. Igual no puedo cambiar el mundo, pero sí puedo cambiar mi mundo. Quien dice mundos, dice realidades.

A lo que hay ahí fuera, y de lo que formo parte al fin y al cabo pero cada vez menos gracias a que pude darme cuenta, lo llamo estar dormido. A veces, se tiene una sensibilidad particular que no para de decirte que algo está pasando, que algo no está bien. Pero no nos han enseñado a hablar el lenguaje de las emociones y por eso no entendemos lo que esa sensibilidad nos está quiendo decir. Lo único que notamos son constantes conflictos interiores. Si se quiere revertir esto, hay que tener la inquietud necesaria que te lleve a investigar ciertos temas por puro hobby, o leer el libro preciso, o ver el documental oportuno, o mantener la conversación adecuada para que se encienda la chispa. Hay muchas maneras. Aún así, lo peor de la gente dormida es que no sabe que lo está y por eso no quiere despertar, y para colmo no se les ve bien. Me imagino que porque para vivir en paz es necesario que mente, corazón y actos digan lo mismo.

Ahí fuera gobierna la inconsciencia. Da igual el partido político. Da igual la economía. Da igual el estatus. Da igual el color. De poco sirve el poder, el dinero, la cultura acumulada, la repercusión… si no se vive conscientemente. La prueba está en que los que tienen poder y capacidad real de cambiar las cosas no lo hacen porque, por mucho que tengan o que consigan, siguen dormidos y siguen durmiendo al resto. Necesitar robar millones de euros es estar dormido. La soberbia de los políticos es estar dormido. Creer en un solo punto de vista es estar dormido. Dejarse llevar por la codicia es estar dormido. Pensar que la solución está en los políticos es estar dormido. No asumir la parte de culpa es estar dormido. Necesitar quedar por encima del otro es estar dormido. Dar por hecho que ley y justicia son sinónimos es estar dormido. Creer que un partido político es la solución es estar dormido. Justificar injusticias por un sueldo es estar dormido. Quejarse sin hacer nada es estar dormido. Que no te duela lo que debería porque se normaliza la barbarie es estar dormido.

El ego de los dormidos tiene la capacidad de esquivar la culpa propia viendo la del resto porque sentirse mal con uno mismo es una cosa que el ego no quiere. ¿Quién quiere sentirse como una mierda? Que otro lo haga peor ayuda al dormido a sentirse mejor con sus propias culpas. Pero, ¿no es eso vivir una mentira?. “Mal de muchos, consuelo de tontos”. Y no somos tontos, somos lo siguiente. Mejor dicho: estamos atontados, no es que lo seamos realmente, porque la gente es lo que se hace de ella.

Salvo muy honrosas y aparentes excepciones, esto es lo que veo generalmente en la política y en sus herramientas: la falta de conciencia. Sólo están conectados a su realidad, a su guerra particular de colores y posiciones. A su dependencia de los bienes. A perpetuar el poder. En definitiva, a su empresa. Las personas son su medio, no su fin. Por eso no pongo la mano en el fuego por nadie ni creo que ninguno sea la solución: porque los veo dormidos. Además, tiendo a desconfiar de quien pretende el poder. El que quiera mi confianza, que se la gane a pulso haciendo, no diciendo. Con los precedentes que tenemos tengo todo el derecho a desconfiar de quien sea. Pero claro, a ver quién es el guapo que desmonta lo montado.

Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio.
Albert Einstein

Está sonando el despertador ahí fuera hace rato. Supongo que va siendo hora de despertar si no queremos llegar tarde a la cita. Y no hablo de política, hablo ya de humanidad.

=HoZoNe=

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Comentarios.

  1. Syl Johnson

    marzo 19, 2015 (03:56) Responder

    Buena reflexión, totalmente de acuerdo, es bueno saber que no soy el único que piensa así, muy fan de tu blog, keep it up!

  2. Guada

    marzo 26, 2015 (10:49) Responder

    Chapó, no puedo decir más.

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